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Microrredes de energía eléctrica…
Un punto de partida

Mucho se habla en estos días de las microrredes de energía eléctrica; incluso se afirma con frecuencia que se trata del sector con mayor potencial de crecimiento en la industria de la electricidad. Muy probablemente un gran número de lectores habrá escuchado ya de ellas y se preguntará ¿en qué consisten?, ¿qué tienen de especial o innovador?, ¿qué necesidades vienen a satisfacer?, ¿en verdad constituyen una promesa de cambio sustancial en el futuro para proveedores y consumidores de energía?

Este artículo es el primero de una serie que persigue aclarar los conceptos más relevantes de esta propuesta tecnológica de nuestros tiempos, resaltando las innegables ventajas de su uso y planteando abiertamente los desafíos de su implementación.

Empecemos por el principio. El término microrredes se ha venido utilizando a lo largo de los últimos años para definir sistemas que, en general, poseen particularidades técnicas y operativas comunes, pero que asimismo pueden tener características y propósitos muy diferentes entre sí; por ello, la aplicación del término resulta eventualmente un tanto confusa. Sistemas denominados de distintas maneras, utilizados desde hace ya algún tiempo (ciertamente con menor sofisticación y, por lo tanto, prestaciones limitadas), hoy en día entran dentro de la definición de microrredes y pueden denominarse como tales. Sistemas totalmente innovadores, solamente posibles con la tecnología de los últimos tiempos, son igualmente considerados como microrredes.

Una definición ampliamente aceptada, inclusiva en cuanto a las diversas variaciones de topologías y funcionalidades, es la que describe a las microrredes como “sistemas autónomos, controlados de forma independiente, que incluyen múltiples recursos de suministro y generación de energía eléctrica (y con frecuencia también de almacenamiento), coordinados inteligentemente para alimentar cargas dentro de un entorno eléctrico claramente delimitado”.

Aunque se trata de sistemas ampliamente utilizados en lugares donde la red eléctrica es inexistente y estas aplicaciones siguen siendo a la fecha las más frecuentes, las microrredes se hacen cada vez más populares en lugares donde existe disponibilidad de servicio de energía provisto por la empresa de suministro local, independientemente de la calidad de éste.

En el primer caso, para aplicaciones en las que no se dispone del suministro eléctrico de la red pública, las microrredes operan permanentemente en modo “isla”; el término “off-grid” es también comúnmente utilizado en el argot técnico para caracterizar estos sistemas. Microrredes con este propósito se vienen instalando desde hace un buen tiempo, satisfaciendo un amplio rango de necesidades energéticas. A la fecha se cuenta con numerosísimos casos de éxito que incluyen, entre otros, estaciones militares remotas, instalaciones hoteleras ecoturísticas, ciertas operaciones industriales, poblaciones en geografías de difícil acceso y asentamientos en países en vías de desarrollo.

En el segundo caso, con red eléctrica disponible, las microrredes incorporan en su funcionamiento el aporte energético de ésta. Para ello, las microrredes deben operar tanto en modo “conectado a red” (la red es considerada como un recurso energético más), como en modo “isla” (cuando por alguna razón no se dispone circunstancialmente del suministro de la red o se decide desconectarse de ella deliberadamente y dar prioridad a otras fuentes de energía distribuida). Estas nuevas aplicaciones empiezan a replicarse para consumidores de todo tipo que persiguen alcanzar, con las microrredes, objetivos tan relevantes como el incremento de la confiabilidad y resiliencia del suministro de energía eléctrica, la reducción de sus costos de energía y/o la disminución del impacto ambiental que ocasiona su consumo de energía por el uso de fuentes tradicionales.

En próximos artículos analizaremos en detalle cómo el uso de microrredes, independientemente de que éstas se instalen “por necesidad” (en lugares donde no se dispone de red eléctrica) o “por decisión” (como complemento o reemplazo de la red eléctrica) puede contribuir sustancialmente al logro de objetivos de confiabilidad, rentabilidad y sostenibilidad.